domingo, 31 de marzo de 2013

Viviendo el Domingo de Resurrección en Granada


"¿Por qué buscáis entre los muertos a quien vive? No está aquí... ¡¡¡HA RESUCITADO!!!!" (Lc 24,5). La muerte no era el final, no lo es... Era sólo la puerta que se abría para entrar en la vida, la vida eterna, el Paraíso... Hoy nos levantamos felices, se abre el tiempo de PASCUA, ese tiempo que nos recuerda que estamos llamados a Dios, quien nos espera con los brazos abiertos. Dios vive, vive para siempre y quiere vivir en nuestra vida, en nuestros corazones... ¡¡¡Abrámosle la puerta!!!


Y la Granada cofrade quiere abrir también su puerta a la Resurrección con las tres cofradías que procesionan a lo largo del día, hito único no sólo en Andalucía sino en toda España puesto que no se conoce ciudad o pueblo que rindan tanto homenaje cofrade a la resurrección del Señor.


La cofradía del "Resucitado de Regina", fundada en la segunda parte de la década de los ochenta, más concretamente en el año 1986, es una de las hermandades del Domingo de Resurrección de Granada. Existía inquietud entre los feligreses de la Parroquia de Regina Mundi de la calle Arabial y entre los jóvenes que formaban las Juventades Marianas Vicencianas por fundar una cofradía y como quiera que pensaron que la Semana Mayor estaba, por aquellos entoces, falta de la Resurrección materializada en las calles de Granada, comenzó la tarea de erigir esta corporación. 

El Cristo es de Antonio Barbero Gor y la imagen de la Virgen también. El Cristo imagen de un Resucitado en posición hercúlea y con la pierna izquierda avanzada, se sitúa sobre una nube tallada. Se ejecutó en 1987. Tiene un completísimo estudio anatómico como es habitual a la hora de realizar imagenes en su autor. La imagen de la Virgen no es de palio. Es una talla completa, valentísima y de extraordinaria originalidad. Antonio Barbero Gor se basó para realizarla en 1992, en la célebre Victoria de Samotracia. La imagen aparece en actitud triunfante y de iniciar una veloz marcha para anunciar la Resurrección de su hijo. Son muy interesantes los estofados de su vestimenta.

Aunque tradicionalmente esta cofradía procesionaba con dos pasos diferenciados, el primero de ellos presidido por la imagen del Santísimo Cristo Resucitado y el segundo presidido por la imagen de Nuestra Señora de la Alegría, desde 2009 lo hace con un único paso de misterio. Dicho paso de misterio incluye las imágenes del Santísimo Cristo Resucitado, Nuestra Señora de la Alegría, y como novedad la de San Juan Evangelista y Santa María Magdalena realizadas por el escultor de Utrera, Pablo Román. El paso de misterio se remata desde 2010 con un almendro en flor, que simboliza el triunfo de la vida sobre la muerte.

Debido a las obras del Metro alrededor de la Iglesia de Regina Mundi, están haciendo su Estación de Gloria desde la Iglesia del Sagrario, siendo intención de la hermandad, retomar cuanto antes la salida desde su sede canónica. Desde 2010, además, procesionan por la mañana, que era una antigua aspiración de esta Hermandad hace bastantes años.


En la mañana del Domingo de Resurrección también hace su salida por las calles del Realejo la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, popularmente conocida como la de “Los Facundillos”, que desfila acompañada de una pléyade de chiquillos que portan sobre unas pequeñas andas, una imagen del Niño Jesús, al mismo tiempo que otros de ellos hacen sonar campanillas de barro cocido que anuncian la dicha de un día tan señalado. El nombre de "facundillos" se debe al apodo cariñoso que se dio a los pequeños nazarenos que portando faroles acompañaban a la imagen hace algunos años, siendo tomado este apelativo de una canción popular que hablaba de un chiquillo llamado Facundo que alumbraba con un farol, cuyo estribillo dice así:

Por la escalera sube
¿quién sube?
¿quién sube?
Facundo con un farol.
Facundo con un farol.


La Cofradía de los facundillos procesiona una magnífica escultura del accitano Torcuato Ruiz del Peral de mediados del siglo XVIII, dulcísima imagen de vestir que en una mano porta una Cruz de caoba y marfil mientras bendice con la otra. Su rostro infantil es bellísimo y rebosa bondad y amabilidad. Es portado sobre un pequeño paso en caoba y plata con incrustaciones de marfil, también obra del siglo XVIII, pero de autor desconocido, el cual dispone de varales a los que se asen los chiquillos para portarlo.

La advocación del Dulce nombre de Jesús ha estado tradicionalmente ligada a la orden dominica que desde siempre le rindió culto. Se sabe de la existencia de una cofradía del Dulce Nombre con anterioridad a la exclaustración, que veneraba esta misma imagen de Ruiz del Peral. Olvidada como consecuencia de la época desamortizadora volvió a aparecer en 1851, extinguiéndose nuevamente al poco tiempo. Hasta 1926 no se produce su refundación vinculada a la cofradía del Señor de la Humildad y Soledad de Nuestra Señora por iniciativa de D. José Alonso, coadjutor de Santo Domingo. Regresó a las calles de la ciudad en 1927 para volver a ausentarse muy pronto. La actual Cofradía del Dulce Nombre de Jesús fue rescatada por la vocalía de Juventud de la Hermandad de la Cañilla.


Hasta el año pasado, por la tarde llegaba el turno de la Cofradía del "Resucitado del Zaidín", y es que desde este popular y populoso barrio granadino al que ha hemos hecho alusión en varias ocasiones a lo largo de esta Semana Santa que hoy culmina, concretamente desde la Iglesia de San Miguel Arcángel, realiza su salida la Venerable Hermandad de Nuestro Señor de la Resurrección y María Santísima del Triunfo, que a partir de este 2013 inaugura un nuevo horario y se suma a la salida por la mañana

El paso de misterio representa el momento en el que el destello de Cristo Resucitado deslumbra a los soldados que custodiaban su tumba, éste es seguido por un ángel. Uno de los mejores lugares para su contemplación es en su barrio de los Vergeles a su salida. La titular mariana de la Hermandad, María Santísima del Triunfo, traslada a paso de palio la muy granadina advocación de Triunfo, dedicada al Triunfo de la Inmaculada Concepción, Patrona de España, y de la que Granada fue pionera defensora. 


sábado, 30 de marzo de 2013

Viviendo el Sábado Santo en Granada



Hablar del Sábado Santo cofrade en Granada es referirnos a La Real e Ilustre Cofradía de Penitencia de Nuestra Señora de las Angustias Coronada de Santa María de la Alhambra de Granada, fundada en 1928. Es una de las cofradías de la Semana Santa granadina que más cariño recibe por los vecinos de la ciudad, convirtiéndose así en una de las más ricas y famosas por encontrarse en el recinto de la Alhambra.

Esta Hermandad tiene como objetivo transmitir a la gente la vida cofrade y lo importante que puede llegar a ser la Semana Santa de la ciudad. Nuestra Santa Madre de las Angustias, sosteniendo a su hijo muerto representada en la Sagrada Imagen Titular, es para los granadinos la Reina de la Alhambra y comparte la advocación patronal de Granada.


Cuando en 1925 dejó de celebrarse el desfile antológico del Santo Entierro, en el que la Piedad de Ruiz del Peral venerada en la Iglesia de Santa María ubicada en la Alhambra, había participado desde 1910, tomando entonces el nombre de Santa María de la Alhambra, se iniciaron las gestiones para la constitución de esta Cofradía de penitencia. Tomaba el testigo de la que durante el siglo XIX habían constituido los vecinos de la Alhambra para dar culto a esa imagen conocida entonces como la Virgen de los Dolores, que como fruto de la desamortización, llegó a la que era su parroquia, desde el convento de franciscanos cercano y a la que celebraban cultos en septiembre que concluían con una procesión el día de San Miguel.

Tardó en cristalizar la idea que tuvo en el capellán del templo de Santa María, Emilio Villatoro a uno de sus principales impulsores. Definitivamente se consigue su fundación en el año 1928 y hace su primer desfile procesional en la Semana Santa de año siguiente. Federico García Lorca fue el encargado de portar la Cruz de Guía en aquella estación de penitencia, en cumplimiento de una promesa y se inscribió entonces como hermano de la Cofradía. Partió la comitiva del Palacio de Carlos V, por no ser posible hacerlo del templo donde estaba erigida hasta que al año siguiente se agrandó su puerta lateral.


En 1931 se estrenó el célebre paso que reproduce el patio de los leones como trono para Santa María. A lo largo de los años la Cofradía ha sabido dotarse de un extraordinario juego de insignias, la mayoría de ellas en plata de ley.

Adquirió el carácter de Sacramental en 1990 y nueve años después hizo suyo, por decreto Arzobispal, el título de una antigua Hermandad con este carácter que había sido fundada en la misma Iglesia de Santa María en 1562, la Sacramental de la Santísima Trinidad y Nombre de Jesús.

En el año 2.000 la imagen de Ntra. Señora fue coronada canónicamente por el Arzobispo, hoy Cardenal Primado, D. Antonio Cañizares Llovera.




Esta hermandad del Sábado Santo realiza su estación de penitencia desde la iglesia parroquial de Santa María de la Alhambra, situada en el corazón de este conjunto monumental. La cofradía posee una única titular que procesiona por las calles granadinas; es una obra del barroco granadino, tallada alrededor de 1750 por el maestro Torcuato Ruiz del Peral en madera de encina polícroma. La imagen representa a la Virgen sosteniendo en sus rodillas el cadáver de su hijo muerto.

La magistral piedad, una de las mejores piezas escultóricas sobre el tema en España, inclina la cabeza hacia la derecha y dirige su mirada hacia el rostro de Cristo. Su bello rostro presenta los ojos de cristal, pestañas superiores postizas, nariz alargada y labios cerrados, reflejando un dolor silente y recogido. Tres lágrimas de cristal corren por sus mejillas, dos por la derecha y una por la izquierda. La mano derecha sostiene la cabeza de Jesús mientras la izquierda se aferra a su mano derecha. La efigie es de talla completa, presentando la túnica y el manto esculpidos en la misma madera, y policromados en tonos jacinto y azul cobalto, respectivamente. Se exorna con corona de oro y plata de ley, con pedrería variada, diamantes y esmeraldas, perlas naturales y un topacio de 36 kilates, cincelada por Moreno Romera (2000), y puñal de oro, plata y brillantes, de Villarreal (1979).


La frágil hechura cristífera, carente de advocación como es tradicional en las imágenes de las angustias o piedades, muestra la cabeza ladeada hacia el lado derecho. Carece de potencias y corona de espinas. El dramático semblante ofrece los signos propios de una muerte violenta. Los ojos, semicerrados, son vítreos y las pestañas del párpado superior de pelo natural. La nariz es aguileña y la boca, entreabierta, permite ver la dentadura tallada. La cabellera es larga y ondulada y el brazo derecho del Varón se desploma elegantemente hacia el suelo. El sudario lo constituye un paño ancho e irregular que envuelve con varias vueltas la cintura de Jesús. Las piernas conservan cierta rigidez de la postura tomada en el madero. Su policromía es lívida, al igual que María, lo que hace destacar las heridas y cardenales repartidos por todo su cuerpo.

La cruz, labrada en taracea con madera de cedro, naranjo, marfil y nácar, es de sección lisa y rectangular. Es obra de los hermanos Molero. Está adornada con remates y ráfagas en plata de ley de Francisco Villarreal. De la misma pende sudario de blonda bordada en seda, teniendo la hermandad varios que alterna en salidas y funciones. A resaltar uno con diseño de Francisco de Goya, bordado por Trinidad Morcillo.


No obstante, la joya característica de la hermandad es el trono procesional, realizado en plata, representando a escala el famoso patio de los Leones de la Alhambra. La capillas con bajorrelieves de la pasión son de plata bañada en oro de ley. Realizado en 1928 por Indalecio Ventura ha sido restaurado, agrandado y terminado con peana de estilo nazarita ejecutada en plata de ley por Francisco Villarreal. Es portado por 80 costaleros, con varales externos, rematados por ocho leones en plata, reproducción de los que sostienen la fuente del patio alhambreño.

El impresionante juego de enseres, la mayoría en plata de ley, con bordados de oro y plata, y el equipo penitencial, con capa, y realizado en damasco de seda crema y azul, con los escudos bordados en sedas, hacen de esta Hermandad en la calle una de las más características de la semana santa granadina. Su extraordinario recorrido por el interior de la Alhambra no tiene parangón.


El pasaje evangélico al que corresponde la imagen viene reflejado en el libro de Juan: "Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo amortajaron con lienzos y aromas, según acostumbran los judíos enterrar" (Jn, 19, 40).



Viviendo el Viernes Santo en Granada


Vivimos ayer un nuevo Viernes Santo en Granada que nos dejó disfrutar de algunos de los grandes momentos de la Semana Santa granadina, como por ejemplo el tradicional rezo de los tres credos ante el Señor de los Favores en el Campo del Príncipe a las tres de la tarde, la hora nona, esa hora en la que tradicionalmente se piensa que murió Cristo en el Gólgota. Más de veinte mil personas se dieron cita en el lugar para participar en el multitudinario acto en el que los granadinos rezan tres credos y piden tres favores al Cristo de piedra que preside la plaza en espera de que por su gracia se cumpla algunos de los deseos como en ocasiones ha ocurrido, de ahí que este Cristo sea muy venerado en la ciudad e incluso diera lugar a una Cofradía de Semana Santa, la del Cristo de los Favores, cuya sede canónica está en la cercana Iglesia de San Cecilio y que procesiona en la tarde del Viernes Santo.


Hasta el Campo del Príncipe llegaba la imagen de Nuestra Señora de la Soledad. La hermandad de la Cañilla partía desde el templo de Santo Domingo para acercarse hasta esta céntrica plaza del Realejo, donde llegaba con antelación para que el paso de la Soledad estuviera presente en la recta final de este acto, donde el arzobispo granadino, Francisco Javier Martínez, dirigió unas palabras y el rezo de la oración de adoración a las llagas de Cristo, que fue seguida con atención y recogimiento por la muchedumbre que llenaba no sólo el Campo del Príncipe, sino también sus calles aledañas.

El momento cumbre de la hora nona fue anunciado por el tradicional toque de cornetín de uno de los integrantes de la Agrupación Musical del Dulce Nombre de Jesús. Cada año, la hermandad de La Cañilla escoge a un integrante de la formación musical de la cofradía para que sea el encargado de anunciar con ese toque el momento en que Granada se arrodilla, se echa a tierra y acompaña a Jesús en el momento de su expiración. Cercanas las tres y media de la tarde unas gotas de lluvia hicieron que los asistentes al acto tuvieran que abrir sus paraguas, acelerando la cofradía de La Cañilla su regreso hasta Santo Domingo.


A pesar de las nubes negras que se apoderaban de la ciudad tras el rezo del Campo del Príncipe a las tres de la tarde, la cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte salía desde la iglesia de San Juan de Letrán en su estación de penitencia de este año 2013. Muchas personas arroparon a la cofradía a lo largo de su recorrido, aunque al aparecer una ligera llovizna la corporación tuvo que aligerar su regreso. A las once y media de la noche ya estaba recogida en sus dependencias del templo de San Juan de Letrán. Muchas personas acompañaban a la hermandad en su salida, llenando el amplio bulevar de la Avenida de la Constitución, así como en otros puntos del recorrido. 

El paso del Cristo de la Buena Muerte se presentaba con un nuevo avance en su realización, y con un original exorno floral el paso de palio. La Agrupación Musical Dulce Nombre de Jesús volvió a destacar una vez más por su calidad musical en el acompañamiento al primer paso de la cofradía. Una vez que ya había salido la hermandad de la Catedral, tras realizar su estación de penitencia, se vio obligada a acelerar al máximo su regreso, ya que la inestabilidad meteorológica así lo exigía, de hecho una ligera lluvia la sorprendió ya en la recta final de su recorrido.



La Virgen del Amor y el Trabajo, tirular mariana de esta cofradía, conocida popularmente como la de "los ferroviarios" es una bellísima Dolorosa de la escuela granadina, posiblemente del círculo de los Mora. ( XVIII). De expresión delicada, mirada baja y entristecida con rasgos finos y elegantes. Destaca por una representación muy elegante del dolor de la Madre, compungido y retraído. Tiene seis lágrimas, dos en la mejilla derecha y cuatro en la izquierda. Gira muy tenuemente su rostro hacia la izquierda y se representa con puñal en el pecho. En la mano derecha sustenta un pañuelo y en la izquierda un rosario.

Originalmente tenía las manos cruzadas, como la mayoría de las Dolorosas de la escuela granadina y fueron cambiadas por las que presenta actualmente. En 1987 se llevó a cabo la restauración de Nuestra Señora por el tallista granadino Luis Reyes Fernández.




Sin lugar a dudas, cada Viernes Santo el barrio del Realejo se convierte en el centro de la Semana Santa de Granada. Lo hace primero con la celebración del acto de las tres de la tarde ante los pies del Cristo pétreo que preside el Campo del Príncipe y el acompañamiento a Nuestra Señora de la Soledad desdesu templo de Santo Domingo, como ya relatamos en las líneas que abren esta entrada, pero lo hace también con la cofradía de Los Favores, que a las siete menos cuarto de la tarde se puso en la calle ante un numerosísimo público que llenaba las inmediaciones del templo y la Cuesta de San Cecilio.

Extenso ha sido cortejo el que la hermandad ha puesto en la calle, y que fue seguido por miles de personas que han querido así arropar a una de las hermandades más queridas  de nuestra Semana Santa. Tras realizar su estación de penitencia en la Catedral, el cortejo tuvo que aligerar el paso ante la aparición de una leve lluvia, y la previsión de la proximidad de una borrasca, pero los devotos del bellísimo Cristo de los Favores y de Nuestra Sra. de la Misericordia pudieron disfrutar de sus imágenes a las que rezaron, miraron e hicieron que sus corazones se llenaran de emociones que sólo pueden entender quienes viven estos días de Pasión, Muerte y Resurrección con un especial sentimiento.



Este año sí. La cofradía de los Escolapios se pudo poner en la calle, a pesar de la tarde grisácea de ayer, Viernes Santo. Desde la Iglesia de San José de Calasanz partía la hermandad con los pasos del Cristo de la Expiración y el palio de María Santísima del Mayor Dolor. Granadinos, y visitantes volvieron a llenar los alrededores del puente romano, junto al río Genil, para asistir a la salida de esta hermandad, en la que los costaleros deben hacer un gran esfuerzo para salvar la altura de la puerta del templo. En el último año la cofradía no pudo salir por la lluvia, y en esta ocasión, a pesar de la situación de inestabilidad, si se ha puesto en la calle con esperanza de que todo transcurriera con normalidad. Muy buen trabajo el realizado por las cuadrillas de costaleros de los dos pasos, el del Cristo de la Expiración y el de María Santísima del Mayor Dolor. La banda de cornetas y tambores de Jesús de las Tres Caídas y la Asociación Musical San Isidro de Armilla han sido las encargadas de acompañar a la corporación.

Una vez que la hermandad abandonó la Catedral, tras realizar su estación de penitencia, se acordaba modificar el itinerario de regreso previsto con objeto de llegar en el menor tiempo posible a su sede canónica, dada la inestabilidad meteorológica. Se da la circunstancia de que hace dos años también tuvo la hermandad que anticipar su regreso ante la aparición de la lluvia. En torno a las once y media de la noche el Cristo de la Expiración llegaba a las inmediaciones del colegio de los Escolapios, seguido por la titular mariana de la cofradía, imagen que procesionó hace unos años en Roma ante Juan Pablo II. 


Aunque, en un principio se anunció que no realizaría su estación penitencial por el riesgo de lluvia, finalmente sí salió a la calle la cofradía del Santo Sepulcro. La iglesia de Santa Ana ha sido testigo, un año más, de la puesta en la calle de la procesión que tiene conferida el carácter de desfile oficial de la Semana Santa de Granada. Con numerosas representaciones, tanto de otras hermandades como de distintos organismos civiles y militares de la ciudad, la hermandad del Santo Sepulcro da solemnidad a la jornada del Viernes Santo granadino.

Se trata de un cortejo muy distinto a los habituales el que puede verse en esta hermandad, ya que en su gran mayoría lo integran los distintos estamentos de la ciudad, desde el Ayuntamiento o la Diputación hasta representaciones militares o la presencia del propio arzobispo de la diócesis. El itinerario de la hermandad pudo cubrirse con normalidad hasta la llegada a la Catedral, pero la aparición entonces de una leve lluvia obligó a la cofradía a tener que resguardar sus pasos en plásticos que, una vez que fueron colocados a los pasos en el interior catedralicio, posibilitó que de un modo ágil y rápido se pudiera hacer el regreso hasta la iglesia de Santa Ana. 





La hermandad de la Soledad de San Jerónimo, las populares "Chías", fue la única de las cofradías del Viernes Santo de Granada que decidió no arriesgar dada la situación meteorológica y suspendió su estación de penitencia.  "Las Chías" este año se quedaron sin tocar.

Desde la hermandad se comunicaba al público, que abarrotaba el jardín del monasterio donde tiene su sede canónica, que dado el riesgo de lluvia se había decidido cancelar el desfile procesional. No obstante, como desde hace unos años, lo que sñi se llevó a cabo, nuevamente, ha sido la liberación de un preso, en este caso una mujer de veinticuatro años de edad, que ahora quedará libre de condena.  El subdelegado del Gobierno en Granada, Santiago Pérez, acudió al monasterio de San Jerónimo para formalizar este acto.

Una vez que se conoció la suspensión de la salida procesional, los hermanos de la cofradía realizaron un acto interno en el monasterio de San Jerónimo y luego se abrieron sus puertas para la visita de todos quienes deseaban acercarse a las queridas imégenes de la Hermandad.

jueves, 28 de marzo de 2013

Viviendo el Jueves Santo y la Madrugá en Granada



Hoy vivimos unos de esos Jueves de los que antaño se decían que brillaban más que el sol. Un sol que no está acompañando a los cofrades durante esta Semana Santa granadina todo lo que quisiéramos, pero que parece que hoy sí brillará en la ciudad de la Alhambra. 

El Jueves Santo se rememora litúrgicamente Institución de la Eucaristía (constituida por Cristo durante su Última Cena), en la celebración de los Santos Oficios. Una vez que éstos han terminado se recuerda la agonía y oración de Jesús en el huerto de los olivos (Getsemaní), la traición de Judas y el prendimiento de Jesús con horas de oración ante los "monumentos" que se hacen en las Iglesias para custoriar las sagradas formas hasta los Oficios del Viernes Santo. Los Oficios de Semana Santa llegan el Jueves Santo a su máxima relevancia litúrgica. Este día es la Introducción al Triduo Pascual que culminará en la vigilia que conmemora, en la noche del Sábado Santo la Resurrección de Jesucristo. Los Santos Oficios del Jueves Santo se celebran en una misa vespertina en la tarde de dicho día, al caer la tarde, a partir de la hora nona, que es la hora en la que termina el tiempo de Cuaresma. El Jueves Santo es tiempo de Cuaresma hasta la hora nona, es decir, toda la mañana hasta las tres de la tarde. A partir de ahí comienza el Triduo Pascual, que durará desde la tarde del Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección. 


Yendo al ámbito cofrade granadino, el Jueves Santo se inicia en el barrio del Zaidín. Allí, a las seis de la la tarde, sale a las calles de Granada el Señor de la Redención y Nuestra Sra. de la Salud. Redención y Salud para una Granada y un barrio que, una vez más, se vuelca con sus cofradías; y, por supuesto, con ésta nacida en los años ochenta del pasado siglo en el ámbito salesiano de la ciudad.

El Santísimo Cristo de la Redención, cuyo autor fue Antonio Díaz Fernández en 1984, está tallado en madera policromada. En 2001 fue sometido a restauración en el taller de Francisco Marín Cruces por una serie de grietas surgidas en la talla. Tan singular imagen representa a Cristo muerto en una cruz de sección lisa y cepillada, y se inspira en el ubetense Crucificado de la Noche Oscura, labrado por el imaginero malagueño Francisco Palma Burgos, de ahí que muestre la cabeza profundamente inclinada, los ojos semicerrados y la larga cabellera resuelta en lacios mechones, cubriendo uno de ellos parcialmente la ceja izquierda. La corona de espinas es superpuesta y gran parte de la barba, también larga, reposa sobre el pecho del Varón. La nariz es larga y afilada, y la boca, entreabierta, muestra la dentadura y la lengua talladas. La anatomía es severa y enjuta, con la caja torácica resaltada, los brazos colgantes del travesaño, las manos abiertas y los dedos separados. El perizoma, de gran longitud, es cordífero, dejando al descubierto el costado izquierdo y fijándose al madero por el clavo que traspasa los pies. Se halla crucificado por tres clavos, montado el pie derecho sobre el izquierdo. Las carnaciones son pálidas y limpias, mostrando un escaso número de heridas y regueros de sangre. Carece de exorno.


Nuestra Señora de la Salud fue también tallada por la gubia de Antonio Díaz Fernández. dos años después del Cristo de la Redención (1986). Se trata de una imagen de candelero para vestir, de 170 cm. En 2007 la imagen fue sometida a una profunda intervención llevada a cabo por el veleño Israel Cornejo, resanando la madera, remodelando su fisonomía, labrando nuevas manos, brazos y candelero, y policromándola de nuevo. 

Responde hoy en día a la plástica escultórica de Israel Cornejo, heredera de los modelos marianos del último neobarroco sevillano del siglo XX y caracterizada por el semblante juvenil e idealizado y las nacaradas carnaciones. Conserva los ojos de vidrio colocados en su momento por Antonio Díaz Fernández y el detalle de las cuatro lágrimas surcando su rostro, aunque éstas últimas son de nueva factura y se le ha añadido una. Por lo demás, muestra las cejas y las pestañas inferiores pinceladas pelo a pelo; finas pestañas de pelo natural en los párpados superiores, ahora más perfilados; los labios más abiertos y anatomizados en su interior; y los músculos del cuello acentuados para simular los efectos del llanto, algo que también se refleja en las rojeces del rostro, lo que atenúa un tanto la extrema palidez de la figura. La cabeza, ligeramente inclinada hacia el lado derecho, queda enmarcada por una cabellera esculpida en la madera, sesgada al centro y organizada en abocetados mechones. Las nuevas manos se hallan también abiertas para sostener el manípulo y el santo rosario. Lleva corona de metal dorado, cincelada por el orfebre sevillano Manuel de los Ríos (1989).


La hermandad tiene su sede canónica desde su fundación en la Iglesia de María Auxiliadora en el Colegio Salesiano 'San Juan Bosco', ubicado en el populoso barrio del Zaidín. La iglesia es de construcción moderna, de finales de los años setenta del pasado siglo, aunque ha sufrido diversas modificaciones desde su estado original. Dentro de la iglesia, en el lateral derecho, sobre un pedestal se sitúa la talla de Nuestra Señora de la Salud y en el altar, presidiéndolo, se encuentra la imagen del Cristo de la Redención sobre terciopelo granate. En el lado derecho del altar se encuentra la imagen que da nombre a la iglesia, María Auxiliadora, y en sus laterales se encuentran tallas de Santo Domingo Savio y del fundador de la orden salesiana, San Juan Bosco. Cuántas veces ha rezado este humilde cronista de Vds. en esa querida iglesia en sus años de estudiante en el colegio de los salesianos. Cuántos felices recuerdos...

En el exterior del templo, a ambos lados de la puerta principal se sitúan sendas capillas, que la hermandad construyó en el año 2006 para realizar su salida penitencial del Jueves Santo. En cada una de ellas se sitúan los pasos del Cristo de la Redención y Nuestra Señora de la Salud, respectivamente. Los pasos son acompañados por la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas (Cristo) y la Banda de Los Ángeles (Virgen). El año pasado el mal tiempo impidió el desfile procesional de la Hermandad, que fue suspendido, por lo que no podemos ofrecer imágenes en vídeo.



Continuando nuestra andadura por el Jueves Santo nazarí llegamos al barrio del Albaicín, y es que el jueves santo de Granada, restando la anterior hermandad salesiana que viene del Zaidín, es el día del Albaicín, ese barrio con tanto sabor granadino. El resto de hermandades de este día grande de la Semana Santa de Granada tienen su origen en este barrio tan cercano a la Alhambra.

Sí... El Jueves Santo es el día grande del barrio, día en el que sus calles estrechas y empinadas se convierten en un hervidero de gente que sube y que baja buscando el mejor lugar para ver pasar las cofradías. 


De la Iglesia de San Cristóbal, en lo más alto del barrio sale María Santísima de la Estrella, precedida por Nuestro Padre Jesús de la Pasión, a las 18:15; aunque llega primero a Plaza Nueva (20:05) desde San Miguel Bajo, María Santísima de la Aurora y Nuestro Padre Jesús del Perdón que salen de su Templo a las 18:15; y la Cofradía de la "Concha", como popularmente se conoce en el barrio a la Virgen de la Concepción, sale con Ntro. Padre Jesús del Amor y la Entrega a las 20:10 del Monasterio de la Concepción. 

Es bonito vivir el ambiente del barrio a la salida de estas procesiones, aunque también será especial su recogida a altas horas de la madrugada cuando los granadinos se despiden con fervor de ellas hasta el año próximo. Constituyen "la madrugá" de Granada, "madrugá" que no sería igual sin el sobrecogedor, sin duda, el regreso de la Aurora a San Miguel Bajo en torno a las 02:15, como sobrecogedor es cuando justo a media noche y desde la Carrera del Darro, sale el Silencio, una procesión que recorrerá las calles de Granada a golpe de tambor trayendo silencio y recogimiento desde la Parroquia de San Pedro y San Pablo. A su paso por las calles se apaga el alumbrado público. 


La Hermandad de la Aurora nace como fruto de la profunda devoción que un grupo de albaicineros a la Santísima Virgen María, y como intento de desarrollar una labor asistencial y de ayuda económica a los vecinos que lo necesitasen, y de tal forma decidieron entre 1943 y 1944 conformar una hermandad de penitencia independiente que tuviese su sede en esta castiza demarcación. La opción que finalmente se pudo poner en práctica fue la de crear una "sub-hermandad" dependiente de la decana cofradía del Santo Vía-Crucis ya que, además no en vano la mayor parte de los fundadores engrosaban las listas de esta corporación nazarena. Paralelamente estos fundadores se encontraban buscando una imagen mariana a la que dar culto conforme a sus necesidades (sopesándose incluso el encargar la hechura de una imagen nueva), cuando el entonces párroco de San José, Don Manuel Férnandez Padial, les anunció que realizando unas obras en el despacho parroquial, descubrió una imagen de Nuestra Señora la Virgen oculta ex profeso tras un tabique para preservarla de los destrozos de la guerra civil. 

Este hallazgo fue del todo crucial en los primeros compases de la fundación, puesto que la imagen tan celosamente escondida se identificó entonces como la de María Santísima de la Aurora, titular de una asociación rosariana de San Gregorio Bético que gozó de un notable auge en tiempos pasados. Era pues el momento de rescatar aquella devoción para el Albaicín y para Granada. En la actualidad la hermandad sigue conservando el Rosario de la Aurora como acto fundamental del culto externo. Inmediatamente después del rescate de la imagen, se redactaron los estatutos de la prohermandad y fueron presentados por Don Antonio berbel Linares presidente de la comisión organizadora y más tarde Hermano Mayor Fundador de la corporación. Tras las correcciones realizadas a requerimiento de la Curia, los hermanos aprovecharon la oportunidad de solicitar que se incluyese una imagen de San Juan Evangelista, puesto que no había en Granada ninguna hermandad de penitencia que le rindiese culto. Se aceptó la sugerencia, por lo que se encargó su hechura al granadino Martínez Olalla, que salió el primer año con aquella "Aurora chica", el año 1946 y desde la S.I. Catedral, teniendo como nombre la corporación "Cofradía de Nuestra Señora de la Aurora y san Juan Evangelista".


El deseo de la hermandad fue siempre salir desde el Albaicín hecho que ocurrió en la salida que desde san Nicolás se realizó en 1948 ya como hermandad autónoma (que no independiente, ya que lo fue desde su fundación) incorporando como titular cristífero a Jesús de los Azotes, procedente del antiguo convento de Belén, atribuido a Pablo de Rojas, imagen que adquiriría desde ese momento la advocación de Ntro Padre Jesús del Perdón. El nombre de la hermandad volvió a cambiar pasando a ser "Cofradía de Ntro. Padre Jesús del Perdón y María santísima de la Aurora.

La incorporación a la corporación de María Stma. de la Aurora se produjo en 1949. Esta soberbia talla anónima de principios del siglo XVIII venía como su antecesora de la parroquia de San José, (sede de la hermandad por aquellos años) sería este año el que en definitiva configuraría el aspecto con el que la hermandad ha llegado hasta nuestros días, ya que también se cambió la imagen del señor, sustituido por la portentosa talla de Diego de Siloé que hoy todos reconocen. 


Como hemos citado anteriormente, la hermandad ha intentado salir del Albaicín desde su fundación, no pudiendo hacerlo desde su parroquia, la de San José por las reducidas dimensiones de la puerta. Como ejemplos del periplo de la salida de la corporación a lo largo del tiempo, citaremos sus salidas desde la Catedral, San Nicolás, San Matías o las Carmelitas Descalzas. Por fin el Martes Santo de 1968 logra salir definitivamente desde San Miguel Bajo, en 1974 consigue salir en Jueves Santo de manera permanente.

Cuando la hermandad comenzó a realizar su salida procesional desde San Miguel bajo, el templo se encontraba totalmente devastado. Sus capillas, paredes y suelos estaban destrozados, sucios o quemados; se había convertido con el devenir de los años en un lugar más propio de animales que de culto, al cual por cierto se encontraba cerrado desde hacía bastante tiempo. Los hermanos se volcaron entusiásticamente, realizando un titánico esfuerzo humano y económico en la restauración, reforma y acondicionamiento del tan largamente deseado templo de San Miguel Bajo, del que hoy se puede decir que ha sido feliz y definitivamente rescatado para Granada y con culto continuado desde septiembre de 1987, coincidiendo con la festividad de María Stma. de la Aurora.


La valiosísima imagen de Ntro. Padre Jesús del Perdón fue sustituida en 1982 por una copia por puntos realizada por Antonio Barbero, siendo esta la que recibe culto en San Miguel y es procesionada desde entonces. La imagen de María Stma. de la Aurora fue restaurada en 1988 por Miguel Zuñiga, y la mencionada imagen de Diego de Siloé que sigue recibiendo culto en San José (parroquia de la que depende San Miguel Bajo) fue restaurada en 1997 por Bárbara Hasbach.

En el año 2007 se concluyó la ejecución del paso de misterio de Ntro. Padre Jesús del Perdón, al cual se añadieron cuatro figuras obra de Emilio López Olmedo, que representan el fin de la flagelación del Señor y el comienzo de su coronación de espinas.

María Santísima de la Aurora, el 8 de mayo del año 2011 fue coronada canónicamente en la S. I. Catedral Metropolitana de Granada por el arzobispo de Granada, Monseñor Francisco Martínez Fernández.




La Hermandad de la Estrella es fundada en 1979, saliendo desde la albaicinera Iglesia de San Cristóbal. El Nazareno de Dubé de Luque (1985), que desciende desde San Cristóbal con andar valiente y decidido, bebe en las fuentes de la escuela sevillana, inspirándose en el Jesús de la Pasión de Martínez Montañés de la iglesia hispalense del Salvador, uno de los grandes hitos de la escultura procesional con el que comparte algo más que la advocación. Con ella, la Cofradía consiguió una imagen propia, dejando de procesionar el Jesús Nazareno de las Penas del convento del Ángel. El mismo Dubé esculpió en 1980 la Virgen de la Estrella Dolorosa de vestir bajo palio azul, de suave y expresivo modelado. Es la cofradía que tiene mas complicada la salida.


En el año 1977 se redactaron las Reglas de la Hermandad de "La Concha", asesorados por D. Carlos del Castillo. Al año siguiente se produce la primera salida, aún sin estar incluida en la Real Federación de Hermandades y Cofradías, siendo madrina la vecina hermandad de la Aurora, tras cuyo cortejo figuró el de la nueva Hermandad, después de que la Hermandad de los Gitanos declinara hacerlo.

En 1983 se bendijo en el Monasterio de la Concepción, la nueva imagen de Nuestro Padre Jesús del Amor y la Entrega, obra del granadino Miguel Zúñiga Navarro, sustituyendo al Cristo de las Eras, primera imagen cristífera en la historia de la hermandad. 

En el año 1995, durante la celebración de unos cultos mensuales, la capilla de la Virgen se vio envuelta en llamas. En ese incendio se perdieron el simpecado y algunos candelabros de la candelaria de salida que hubieron de hacerse nuevos. En la salida del Jueves Santo de 1996, se procesionó con el simpecado de la Virgen de las Maravillas.

Son hermanos mayores honorarios la Capitanía General de la IX Región Militar, hoy Región Sur juntamente con la II y D. Enrique Megías García, primer hermano mayor efectivo de la hermandad.



La fundación de la "Hermandad del Silencio" tuvo lugar el día 6 de mayo de 1924, en una Junta General celebrada en el Círculo Católico de Obreros de la Gran Vía, como curiosidad se puede reseñar que en el Libro de Actas de la Hermandad, que se conserva, esta acta está sin firmar. La fusión con la Hermandad Sacramental se realiza en marzo de 1987 por Decreto del Arzobispo Don José Méndez Asensio. 

Hay que destacar que ésta se realiza desde una iglesia (San Pedro) distinta de la que es su sede. Por tal motivo, el Miércoles Santo se realiza el traslado de la imagen a dicha Iglesia desde la sede canónica, siendo precedido por una celebración comunitaria del Sacramento de la Reconciliación. Durante la estación de penitencia en la madrugada del Jueves al Viernes Santo, el recorrido se realiza con el alumbrado público y privado apagado, por lo que en la calle no se ven otras luces que las de los cirios de los nazarenos y la del paso. Es tradicional asimismo el silencio que mantienen quienes presencian la estación de penitencia, silencio roto sólo por el tambor que ininterrumpidamente suena durante todo el recorrido, que es de una belleza y dificultad excepcional, pues no en vano se inicia en la Carrera del Darro, a los pies de la Alhambra y termina en lo más alto del Albaicín, a donde asciende por calles estrechas y empinadas. Igualmente impresionante es la estación que se realiza en la Catedral.


La imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia es obra de José de Mora, quien la realizó en los años centrales de su producción artística (se cree que en 1695), y fue concebida ex profeso para recibir culto en la iglesia conventual de San Gregorio Bético, que en aquellos años se sometía a un proceso de ampliación y se dotó de una capilla para el culto de la referida imagen conocida como Cristo de la Salvación. La desamortización de Mendizábal (1836) hizo trasladarla a la iglesia de S. José, en una de cuyas capillas se mantuvo al culto llamándosele Cristo de la Expiración. Desde comienzos del s. XX, renace una especial devoción hacia la imagen y se refunda su cofradía, tomando el nombre de Santísimo Cristo de la Misericordia.

El Cristo de la Misericirdia es el máximo exponente de la escultura de nuestra tierra en la representación del crucificado en el más absoluto clasicismo. Se trata de un crucificado de tres clavos sobre cruz plana de taracea. Muestra a Jesús de Nazaret ya muerto, con la cabeza inclinada sobre el hombro derecho y la barbilla clavada en el pecho. Los brazos forman un acusado ángulo, mientras las piernas se mantienen rectas excepto una pequeña flexión de las rodillas que mantiene el pie izquierdo sobre el derecho (al contrario de la mayoría de las representaciones). En las heridas de los clavos apenas se aprecian desgarraduras y casi no hay sangre, al igual que en la herida del costado de la que manan unos finos hilillos que recorren el torso hasta la cintura. Muestra por tanto una disposición serena, estática, sin torsiones agónicas, transmitiendo un reposo absoluto.


La cabeza, excepcionalmente bella, muestra claros rasgos semíticos. Sus párpados, muy abultados y entrecerrados, dejan ver los hundidos ojos de cristal. Las cejas tienen un marcado quiebro característico del escultor. La nariz es larga y ligeramente aguileña, se muestra afilada por la muerte al igual que los pómulos. La boca entreabierta muestra los dientes resecos entre los labios exangües muy dibujados y sombreados por un ligero bigote. Sobre el pecho cae la barbilla envuelta en una barba bífida que se desparrama. Estos elementos, bigote y barba, están realizados en parte a punta de pincel, y su relieve apenas se hace notar. El cabello suavemente ensortijado, forma ondas grandes y abiertas que caen sobre el hombro izquierdo hacia atrás, y en el derecho hacia delante. También parte de la cabellera, sobre todo la que cae sobre el pecho y el rostro, ha sido realizada a punta de pincel. La corona de espinas que porta es sobreañadida, de metal oscuro, no tallada, que en ningún momento distrae la atención hacia ella ni hacia los sufrimientos que causa.

Todo el cuerpo presenta una musculatura proporcionada, pero no desmesuradamente remarcada. Las manos están entrecerradas, algo poco frecuente en la escultura española. El cuerpo se mantiene erguido, recto, como si la muerte no le hubiese vencido aún. Es elegante y fuerte, sin llegar a proporciones hercúleas. El paño de pureza, de tela encolada tiene un característico y muy poco habitual tono carmín violáceo, y está ceñido a la cintura por una cuerda dejando al descubierto la cadera derecha. La tonalidad pálida de su cuerpo, muestra de la muerte, no se acompaña de cardenales, heridas, laceraciones, llagas, ni sangre en exceso.


Es el Cristo muerto, el entregado, el sacrificado. Mora lo aparta de luchar con la muerte, lo sitúa más allá de ella, más cercano a su triunfo sobre la muerte misma. Bajo sus carnes marfileñas, tiembla el misterio de la Resurrección. Su vista no nos angustia, pero nos sobrecoge y nos atrae. Tiene la fuerza extraña de un misterio, que no se anuncia en nada, que no se expresa en nada, pero que sujeta y conmueve totalmente. No es la evocación de la muerte, sino la muerte misma hiriéndonos con su cuchillada.