DiFErentes en Cristo

Con el corazón lleno de dicha por la feliz noticia que hemos vivido todos los católicos hace pocos días con la elección del Santo Padre, el Papa Francisco, nos llegan ahora días tan intensos como los recientemente experimentados. En apenas una semana viviremos una nueva Semana Santa, semana de pasión y muerte, pero, no lo olvidemos, también de resurrección, el destino y meta. Lo más importante. 

Lo que hemos vivido estas últimas semanas en Roma con la renuncia del Papa emérito Benedicto XVI, el período de Sede Vacante, el Cónclave y la definitiva elección del Papa Francisco enlaza a la perfección con el misterio de los días que estamos viviendo. 

Lo sabemos. Sabemos que es necesario que el grano muera para que germine y dé fruto. Sólo experimentando el frío podremos disfrutar de lo que significa el calor; sólo sintiendo el vacío y el desierto podremos sentir el feliz abrazo de Dios. Más allá de las razones que llevaron a renunciar a nuestro querido Papa emérito de su apostolado petrino, razones que debemos entender en cualquier caso, no deja de ser cierto que, como muy bien expuso la Conferencia Episcopal, esa decisión nos hizo sentir huérfanos. Fue una sensación extraña, superada gracias a la oración y la esperanza en Cristo, gracias a la FE. 

Es curioso. Vivimos el Año de la Fe, esa fe que mueve montañas y que es tan importante en la vida de todo cristiano, y es esa misma fe la que nos ha ayudado en estos días. Como en Semana Santa, donde es necesaria la tiniebla para dejarnos luego alumbrar por la luz del cirio pascual que se convierte en un incendio de Dios en nuestro corazón, era necesario sentir esa incertidumbre ante lo que sucedía para, a la luz de la fe, dar sentido y respuesta al vacío, un vacío que se llena en Jesús, sobreponiéndonos a las adversidades, sin miedo ante aquellos que aprovechan los momentos de duda para hacernos vacilar. No debemos temer ante eso porque nuestro ser es diFErente. 

Sí amigos. DiFErente. DiFErente porque procuramos hacer presente cada una de las actitudes que Cristo nos ha transmitido durante su vida. El propio Papa Francisco lo dejó claro en su primera homilía al declarar que sin Jesús la Iglesia no sería la Iglesia sino una ONG, bienintencionada sí, pero sin ser Iglesia, puesto que Cristo es su piedra angular. 

No obstante esa diFErencia no es ningún caso una barrera excluyente sino que se abre en Jesús y pretende integrar; y es que cada católico está llamado a la tarea de la evangelización cada día, con nuestros gestos, con nuestras palabras, con nuestras obras, con nuestra alegría; esa alegría tan importante en el ser cristiano. No olvidemos lo que decía Don Bosco a los jóvenes: "estad alegres y llegaréis a ser santos". 

Qué bonita tarea y compromiso para el tiempo pascual que coronará los próximos días de Semana Santa. Extender nuestra diFErencia en esa tarea evangelizadora como, por ejemplo, intentamos hacer desde Cáritas convirtiendo en obra, compromiso y acción el Evangelio de Cristo. Así, desde la misma cercanía que tanto nos gustó comprobar en el Papa Francisco desde el balcón de San Pedro en su presentación ante los fieles y en todos los actos de sus primeros días de Pontificado, intentamos aproximarnos a quienes acuden a nosotros, vivir con ellos su dolor, su sufrimiento, su necesidad e intentar atenuarlo; convirtiendo, de esta forma, a quienes acuden a nosotros en protagonistas de nuestra diFErencia. 

Es nuestra misión, la de los voluntarios de Cáritas y la de todos los cristianos. Continuar con la tarea evangelizadora tan necesaria en estos tiempos de relativismo moral. Aprovechemos estos días de Semana Santa que nos llegan para hacer que nuestra diFErencia cristiana inunde el mundo, comenzando por nuestra ciudad, nuestra parroquia, nuestro barrio, nuestro bloque de vecinos, nuestra casa; y que la alegría que sentimos con la elección de nuestro nuevo Papa, esa alegría que en la Pascua de Resurrección destierra las decepciones, las dudas y los fracasos, reine en nuestros corazones para extender orgullosos nuestra diFErencia.